Milagros de San Isidro Labrador

El 15 de Mayo se celebra la festividad de San  Isidro Labrador, Santo al que se le han atribuido 438 milagros, todos ellos documentados y con testigos presenciales. 
Consejo en la Batalla de las Navas de Tolosa
Cuando Alfonso VIII regresó victorioso de la batalla de las Navas de Tolosa cuenta como en el devenir de la guerra había resultado decisivo el consejo de un pastor que les había mostrado un camino secreto en Sierra Morena para sorprender a los musulmanes. Cuando el monarca contempló el cuerpo intacto de San Isidro reconoce entonces al pastor que sabiamente le había aconsejado en la batalla. ¡El Santo se le había aparecido una vez muerto para guiarle hasta la victoria!
Asistido por el Cielo
En las mañanas, antes de ir a trabajar, Isidro solía asistir a Misa en alguna de las Iglesias de Madrid. Un día, sus compañeros de la granja en la que trabajaba, se quejaron con el capataz, molestos pues Isidro, era un flojo, un holgazán y que a llegaba tarde a trabajar. Lo cual no era en absoluto cierto pues los campos de Isidro eran lejos los mejores y más cuidados, amén de que el Santo, les dedicaba menos tiempo. Así pues, el capataz decide espiar a Isidro durante una jornada entera para confirmar la veracidad de las quejas contra él. Observó con mucho enfado, que Isidro marchaba temprano a la Iglesia de Santa María, donde pasaba largas horas rezando, llegando por esta razón, tarde a realizar sus labores.
El caballero se decidió a abroncarlo mientras labraba. Para su sorpresa, andando hacía Isidro, vio que éste estaba flanqueado por unos ángeles y dos robustos bueyes blancos inmaculados que araban los campos. Estupefacto, pestañeó, y vio que el Santo estaba solo, labrando en silencio. Tras meditar unos instantes, el caballero interpeló a Isidro para que le explicase donde estaban los ayudantes que tenía para mantener los campos en óptimo estado, trabajando tan pocas horas. El labriego le contestó que no tenía más ayuda que la que le imploraba a Dios Nuestro Señor. El Caballero se percató del prodigio del que acababa de ser testigo e hizo saber a los ciudadanos de la Villa que en ese humilde labrador, residía la gracia divina.
Así de esta manera, Dios nos hace saber, lo importante de la vida contemplativa y de oración.
El trigo y las palomas
Un frío día de invierno, la nieve caía copiosamente cuando Isidro se dirigía al molino para moler trigo. En su camino, se encontró con una bandada de palomas, las que desesperadas, picoteaban buscando algo que llevarse al estómago. Sintiendo piedad de los pobres animales, Isidro, ante la burla de los eventuales espectadores, vacía mitad de su saco de trigo y prosigue luego su camino. Sin embargo, al llegar al molino, su saco, estaba nuevamente lleno al tope. Más aún, cuando el trigo fue molido, produjo el doble de la cantidad de harina que se esperaba.
El pozo de San Isidro
Este es muy probablemente, el milagro más conocido del Santo. Un día mientras Isidro se encontraba trabajando en el campo su hijo Illán cayó dentro de un pozo bastante profundo, María desesperada, va a buscar a Isidro pata contarle la tragedia. Ya estando frente al pozo, ambos de rodillas se pusieron a rezar y de pronto, de manera milagrosa e inexplicable, el nivel de agua comienza a subir, llevando al niño hasta la superficie.
Este pozo es el que se puede ver si se visita el Museo de los Orígenes o Museo de San Isidro en la Plaza de San Andrés. 
La fuente milagrosa
Se hallaba Isidro labrando las tierras de los Vargas como de costumbre. Era verano, el calor derretía los aperos y endurecía la tierra. Juan de Vargas apareció sofocado y jadeante, miró a Isidro y le pidió agua para beber. El Santo, que había terminado sus reservas, tomó su cayado, miro al cielo, hizo la señal de la cruz, y golpeando el suelo varias veces dijo: <Cuando Dios quería, aquí agua había>. El agua comenzó a brotar a torrentes del suelo, satisfaciendo la petición de su Señor, que quedó absorto ante la magnitud de aquel milagro. En el lugar donde el santo golpeó el suelo se construyó la afamada fuente cuyas aguas milagrosas poseen propiedades curativas y, con la Ermita de San Isidro mandada construir por Isabel de Portugal, es lugar de obligada peregrinación el 15 de Mayo.
El Borrico y el lobo
Un día Isidro dejó su borrico a la puerta de la iglesia y unas personas le interrumpieron en su oración, para avisarle de que un lobo se iba a comer a su borrico. El santo los tranquilizó diciéndoles que marcharan en paz y que se hiciera la voluntad de Dios. Al finalizar sus rezos y salir, encontraron al borrico ileso y al lobo a sus pies, muerto.
La vuelta a la vida de María Vargas
En cierta ocasión, tras haber sido llamado Isidro después de fallecer la hija de Iván de Vargas, su patrón, al igual que hizo Jesús con su amigo Lázaro, indicó que la niña no estaba muerta sino dormida y tras orar junto a su cama, y ante el asombro sobrecogedor de todos los presentes, María, que además era ahijada suya, volvió a la vida, entablando una conversación con su padrino.
Este hecho, junto al milagro del pozo, hizo revolucionar a la vecindad de aquel Madrid, que no dejaba de reconocer lo extraordinario y la santidad del matrimonio y familia que formaban sus paisanos María e Isidro.
Sanación de Felipe III
Este es considerado uno de los más importantes milagros de San Isidro y que valiera la beatificación.
Estando Felipe III gravemente enfermo, pidió que le llevaran el cuerpo de San Isidro para ver si de esta forma su salud mejoraba. El cuerpo del Santo (fallecido algunos siglos antes) se conservaba incorrupto y había sido para muchos, fuente de milagros. La presencia del cuerpo tuvo un inmediato efecto sanador y en agradecimiento, el Rey inició los trámites de una beatificación que tuvo lugar el 14 de abril de 1619.