El Poder de la Consagración



El padre José Fortea nos habla de lo que significa consagrarse. El lazo que se crea cuando voluntariamente y de corazón decidimos consagrarnos. Consagrarse a María significa ponernos en sus manos, a su servicio y disposición. Y Ella nos guiará hacia Jesús. Consagrarnos a Ella significa dejarse llevar sin condiciones, sabiendo que Ella conoce mejor el camino y que podemos dormir tranquilos en sus brazos de madre. Consagrarse a María significa vivir permanentemente en su Inmaculado Corazón que está dentro del Corazón divino de Jesús. Es dejar que Ella actúe por medio de nosotros. Es vivir en unión total con María para que podamos llegar a decir: Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí por medio de María. Por eso, un consagrado a María debe confiar plenamente en Ella y dejarse llevar por Ella sin condiciones. 33 Días Hacia Un Glorioso Amanecer Uno de los métodos más populares de consagración mariana en la actualidad; este libro escrito por el sacerdote Michael Gaitley te guiará durante 33 días de lecturas de 5 minutos para preparar tu corazón para la consagración al Inmaculado Corazón de María. Este método está basado en los escritos de san Luis de Montfort y está simplificado para que todo el mundo pueda participar. Puedes acceder a él mediante este link: http://www.ladivinamisericordia.org/3... La siguiente es la Consagración al Inmaculado Corazón de María de san Luis de Montfort. San Juan Pablo II era un ávido defensor de este gran santo. Yo, _________, pecador sin fe, renuevo y ratifico hoy en tus manos los votos de mi Bautismo, renuncio por siempre a Satanás, sus pompas y sus obras; y me entrego por completo a Jesucristo, Sabiduría Encarnada, para cargar mi cruz en pos de Él todos los días de mi vida y para ser más fiel a Él de lo que jamás he sido anteriormente. En presencia de toda la corte celestial, yo te elijo a ti en este día como mi Madre. Entrego y consagro a ti, como tu esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis bienes, tanto interiores como exteriores, e incluso el valor de todas mis buenas acciones, pasadas, presentes y futuras; dejándote a ti el entero derecho de disponer de mí y de todo lo que me pertenezca, sin excepciones, de acuerdo a tu parecer, por la mayor gloria de Dios, en el tiempo y en la eternidad.