El alma amante de Dios sólo ansía unírsele por completo, mas para
alcanzar unión tan perfecta, oigamos lo que decía Santa Catalina de Génova:
«Para llegar a la unión con Dios, son necesarias adversidades, porque Dios, por
medio de ellas, destruye todos los desordenados movimientos de nuestra alma y
de nuestros sentidos.
Y, por esto, injurias, desprecios, enfermedades, pérdidas de parientes y de amigos, humillaciones, tentaciones y demás contrariedades, nos son sumamente necesarias, para que, batallando y de victoria en victoria, lleguemos a extinguir en nosotros las perversas inclinaciones y no las sintamos más. Y no basta que cesen las adversidades de parecernos desagradables, pues mientras que el amor divino no nos las torne amables, no llegaremos a la divina unión».
Y, por esto, injurias, desprecios, enfermedades, pérdidas de parientes y de amigos, humillaciones, tentaciones y demás contrariedades, nos son sumamente necesarias, para que, batallando y de victoria en victoria, lleguemos a extinguir en nosotros las perversas inclinaciones y no las sintamos más. Y no basta que cesen las adversidades de parecernos desagradables, pues mientras que el amor divino no nos las torne amables, no llegaremos a la divina unión».