Milagros de la protección de la Medalla de San Benito

http://www.santisimavirgen.com.ar/ejemplo_proteccion_medalla_san_benito.htm 

La medalla de San Benito sirve para auxiliar a los fieles necesitados en muy frecuentes ocasiones; pero como casi siempre se usa de manera privada, y a veces ocultamente, no es de extrañar que todavía no se haya publicado una relación oficial de los efectos saludables que ha producido. No obstante, presentaremos algunos hechos que manifiestan su benéfica acción, dando preferencia a los que se refieren a la época de su primera introducción en Francia. Fueron reunidos por el piadoso erudito Bucelino, en su Benedictus redivivus.

La medalla penetró en Francia a través del Franco Condado. Con anterioridad, se había propagado ampliamente en Alemania, después de lo sucedido en Nattremberg.  

Ejemplo 1 
En 1665, en Luxeuil, un joven poseído por un espíritu maligno era atormentado de modo crudelísimo. Sus padres ya habían intentado todos los medios para arrancarlo de aquel estado, y todos se habían revelado inútiles. Como último recurso, se acordaron de la medalla de San Benito. Dieron a beber al joven un poco de agua en la que habían sumergido el objeto sagrado. Apenas el joven llevó la bebida a los labios, el demonio comenzó nuevamente a atormentar a su víctima con tan extraordinario furor, que inspiró terror a todos los presentes. Pero enseguida los padres del poseso empezaron a tranquilizarse, pues oyeron decir al demonio, por boca del poseso, que se sentía dominado por un poder superior, y que saldría del cuerpo del muchacho a las tres de la madrugada. El aviso era cierto, pues el enemigo infernal salió a la hora anunciada, y el joven recuperó la paz del alma y la salud del cuerpo. 

Ejemplo 3 
En el mismo año de 1665, un hombre tenía en el brazo una llaga tan grande y tan envenenada, que no cedía ante ningún remedio. Se tuvo la idea de colocar la medalla de San Benito sobre el brazo enfermo, junto con el curativo habitual. Al día siguiente, al remover el vendaje, la llaga estaba con mejor aspecto, y al cabo de algunos días cicatrizó completamente. 

Ejemplo 4 
Por la misma época (1665), otro enfermo llegó a un estado tan desesperado, que los socorros de la medicina eran impotentes para aliviarlo. Llegado a ese extremo, manifestó deseos de beber un poco del agua en que había estado sumergida por algunos momentos la medalla (de San Benito), y en poco tiempo recobró una perfecta salud. 

Ejemplo 5 
En 1666, el castillo de Maillot, situado a algunas leguas de Besançon, estaba infestado por demonios. Los moradores sufrían continuos sustos a causa de los extraños rumores que se oían; hasta los animales eran diezmados por dolencias desconocidas. Tan grande llegó a ser el miedo, que finalmente el edificio fue abandonado. Algunas personas piadosas sugirieron entonces que se colgara en diversos lugares, de las paredes del castillo, la medalla de San Benito. La confianza de esas personas era justificada, pues la causa de tantos terrores desapareció instantáneamente; la paz volvió a la residencia y desde entonces sus habitantes pudieron vivir allí sin más sobresaltos. 

Ejemplo 6 
En 1665, una aldea de Lorena se veía azotada por frecuentes incendios; cada día alguna nueva casa era destruida por las llamas y nadie podía determinar la causa de aquellos siniestros. Ya doce casas se habían quemado sucesivamente, cuando, desesperados, los habitantes del lugar fueron a pedir socorro a una abadía próxima.
Allí les dieron unas medallas de San Benito, y les aconsejaron colgarlas de las paredes de las casas todavía indemnes. Los pobladores de la aldea siguieron exactamente el consejo, y a partir de allí sus moradas ya no temieron los incendios que tantos estragos habían causado. 

Ejemplo 7 
En la región de Borgoña se propagaba en el ganado una epidemia tan violenta que las vacas, en vez de leche, daban sangre. Pero los animales recuperaron la salud cuando se les dio a beber agua en la que se había sumergido la medalla de San Benito. Ese hecho también sucedió en el año 1665. 

Ejemplo 8 
El propietario de una fábrica de lozas se quejaba de no poder cocer su barro, por mayores que fueran los cuidados de sus empleados para calentar el horno; clavaron en sus paredes la medalla de San Benito; desde entonces el fuego adquirió nuevamente toda su eficacia, y nunca más reapareció el fenómeno maléfico. Este hecho ocurrió más o menos en la misma fecha del 1665.