Con la oración lo conseguís todo




A Agustín del Divino Corazón. Noviembre 7/07

La Santísima Virgen dice:

Que vuestra oración sea incesante, porque a través de la oración lo conseguís todo. Ella debe ser la columna vertebral de vuestra vida espiritual.

La oración es la medicina que os alivia de vuestras enfermedades; la oración es la vitamina que os fortalece de vuestras debilidades.


Cuando estéis tristes, orad, porque la oración os devuelve la alegría.

Cuando sintáis dudas, orad, porque la oración os lo aclarará todo.


Cuando nuestros espíritus se hallen perturbados, orad, porque la oración os dará la paz.


Cuando os sintáis fatigados, orad, porque la oración dará descanso a vuestras almas.


Cuando sintáis hambre y sed de Dios, orad, porque la oración os dará hartura a vuestros espíritus.


A través de la oración lo conseguiréis todo; que vuestros corazones estén henchidos de oración, de tal modo que no hallan espacios para los goces terrenos y vanaglorias del mundo.


La oración conecta nuestro corazón con el cielo, elevando nuestro espíritu en éxtasis de amor y en gozos celestiales.


La oración hecha desde el corazón, os purifica de vuestras inmundicias del pecado, lavándolo como torrentes de agua viva que fluyen de la fuente Divina
del Sacratísimo Corazón de Jesús, dándoos la limpieza y blancura que un día perdisteis.page19image15744 page19image15904

Sed almas de oración, de tal manera que vuestros espíritus vuelen como palomas mensajeras por el cielo.


Orando en cada momento y en cada lugar, el demonio no tendrá dominio sobre vosotros, no dejéis apagar el candil de la oración que hay en vuestros corazones.

Encended esa pequeña llama, a la llama de mi corazón Inmaculado, para que ardáis de amor y entréis al puerto seguro de la salvación.



Cuando os sintáis desanimados y en aridez espiritual, redoblad vuestra oración, que ella os robustecerá y como gotas de rocío, penetrará en la tierra estéril empapándola con las lluvias del amor de Dios. Pedid la asistencia del Espíritu Santo y la intercesión del Padre Pío, que como fundador de los grupos de oración, os presentará ante el cielo vuestras súplicas y vuestros ruegos.

Mi oración preferida es el rezo del Santo rosario, oradlo muy despacio, saboreando cada Ave María como dulce miel a vuestros labios y suave néctar a vuestro corazón.


Volved a la oración que el Ángel enseñó a los pastorcitos de Fátima, rezadla en el intermedio de cada misterio:


“Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y llevad al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra misericordia.


Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo, y os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.


Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María, os pido por la conversión de los pobres pecadores”.



Adornad aún más este bellísimo jardín, que es el Santo Rosario, con las letanías a vuestra dulce Madre para que quedéis perplejos ante la hermosura y delicadeza de estás rosas celestiales. Guardad en vuestros corazones estas enseñanzas que como capullos de oro se os abrirán para el cielo.

Os amo pequeños míos, os amo.