Seifert: la sombra de Francisco es alargada



Seifert

La reciente expulsión, por obra de arzobispo de Granada, del profesor Josef Seifert, de 72 años de edad, austríaco, eminente filósofo católico, de la sede española de la Academia Internacional de Filosofía fundada por el mismo profesor Seifert en el Principado de Liechtenstein, es quizás el legado más dramático de "Amoris laetitia".
Porque justamente por haberse atrevido a criticar a la luz de la "lógica pura" un pasaje de este documento del papa Francisco es que Seifert ha sido prohibido.
El pasaje es el siguiente, extraído del parágrafo 303 de la exhortación post-sinodal:
"La conciencia puede reconocer no sólo que una situación no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo".
La tesis de Seifert es que con una lógica rigurosa "Amoris laetitia" termina aquí sosteniendo que Dios puede pedir, en ciertas circunstancias, algún tipo de acción mala, como el adulterio, contradiciendo sus mismos mandamientos.
Con la consecuencia que una similar "bomba atómica teológica" amenaza con hacer colapsar "todo el edificio de la enseñanza moral católica".
Seifert publicó su crítica en la revista alemana de filosofía y teología "Aemaet":
Y es también en esta revista que el profesor Claudio Pierantoni, docente de filosofía en la Universidad de Chile (en Santiago de Chile), publicó días pasados un filoso comentario sobre la defenestración de Seifert, que a su juicio representa "el comienzo de la persecución oficial de la ortodoxia dentro de la Iglesia".
Pierantoni es uno de los seis eruditos laicos convocados a Roma desde cada continente, el pasado 22 de abril, para el seminario de estudio sobre "Amoris laetitia", con el significativo título "Clarificar", recordado por el cardenal Carlo Caffarra en su última – y no escuchada –  carta al papa Francisco.